La comunicación 2.0 y el lector de clicks

Con el desarrollo del capitalismo y la sociedad del consumo fue prácticamente inevitable el fracaso de los ideales del liberalismo. Igualdad, derechos civiles, libertad de expresión y medios de comunicación abiertos, sin filtros, no fueron precisamente los resultados obtenidos. Los medios deben entretener, divertir, informar e inculcar a los ciudadanos valores, creencias y códigos de comportamiento. ¡Todo un trabajo! También han llevado a cabo una función menos utópica: actuar como sistema propagandístico.

Es sabido por todos que los medios, ya sean privados o públicos, y aunque no exista una censura formal en el territorio y se consideren portavoces de la verdad, de la libertad de expresión y de los intereses de la comunidad, están integrados en el mercado, y presionados por el poder del gobierno, accionistas, directores y banqueros que les hará concentrarse en cuestiones poco comprometidas. Chomsky, en su libro Los guardianes de la libertad, afirma: “El dominio de los medios de comunicación por parte de la elite, y la marginación de la disidencia que se deriva de la actuación de los filtros que hemos mencionado, se realiza de una manera tan natural que la gente que trabaja en dichos medios, y que con frecuencia actúa con absoluta integridad y buena voluntad, son capaces de atoconvencerse de que eligen e integran las noticias de una manera objetiva” (p.22). También los medios se acomodan a la publicidad, que desde hace años está en auge. Sería extraño que la grandes empresas de anunciantes patrocinasen, por ejemplo en televisión, programas que abordan ciertas críticas a la actividad empresarial. La información tiene que pasar tantos filtros que es curioso que aún se crea en la libertad de expresión.

A finales de los 90, han aparecido unas nuevas empresas mediáticas para organizar los nuevos negocios en la red. Cada vez hay más medios de comunicación porque se multiplican los canales de difusión. Las fuentes de información cambian. Ahora cualquier ciudadano puede informar de un suceso que está viviendo en primera línea a través de su Twitter, pero no hay que olvidar que el periodismo es investigar y verificar. Las fuentes de información deber ser creíbles, y las investigaciones periodísticas resultan costosas.

Actualmente vivimos en una hiperealidad virtual donde la información que nos llega no siempre ha sido contrastada. Puede ser que sea cierto que en Internet existen menos filtros a la hora de publicar una noticia. La difusión es veloz, es fácil hacer llegar el “aquí y ahora” a millones y millones de ciudadanos. Pero la comunicación 2.0 presenta otras desventajas, como por ejemplo crear un tipo de lector de cliks que pasa de una noticia a otra sin profundizar, que centra poco su atención y cae en una comprensión superficial. Porque la revolución digital ha modificado la relación que manteníamos con la escritura y la lectura. André Malraux declaró que una modificación de las actitudes en la lectura conlleva necesariamente una modificación del imaginario. En una civilización centrada en el tratamiento de signos, el proceso de personalización del lector se acentuará. Las posibilidades, que ofrece el texto digital, generan expectativas en el lector que el papel no puede satisfacer. En la red hay vídeos, música, imágenes en movimiento que acompañan las noticias para captar estéticamente al lector. Pero en la redes también se crea una experiencia compartida, hay más interacción. Eso sí, con millones de focos de conocimientos que atender y miles de enlaces donde clickar.

Ser visible

En el terreno de las tres uves dobles existe la competencia como en cualquier otro mass media. En la televisión se le llama «audiencia», en Internet se denomina «visibilidad». Ser visible remite a una cuestión de poder. Porque no hay que olvidar que la sociedad actual está envuelta por una obsesión por el poder, y lo que podría ser un espacio para la creación colectiva o un medio que favorece la acción política ciudadana, se convierte, de este modo, en un sistema dominado por los gobiernos y el mercado. Así es difícil garantizar con los medios una democracia de calidad. En palabras del ensayista catalán Gonçal Mayos: La capacidad de comunicación define la condición humana y, por tanto, la evolución humana depende de ella.

Por otro lado, no hay que olvidar que no se asegura la visibilidad a quien tenga algo que decir o un conocimiento valioso que aportar. A la sociedad del conocimiento se llega con un dispositivo electrónico (oredenador, móvil, tableta…) y una conexión a Internet. Orientarse con criterio en un mar de informaciones, que pasa a ser patrimonio de todos, resulta dificultoso, ya que, encontraremos conocimientos comprobados y contrastados e ideas ambiguas, inseguras o cargadas de alguna ideología que alguien pensó una vez y colgó en la red.

El caos y la incultura

Internet es un sistema dinámico, abierto y caótico. Un espacio aparentemente óptimo para la creatividad colectiva.  Entendemos por  “caos”, un conjunto de acontecimientos aparentemente aleatorios, aunque quizá exista un orden oculto dentro de él. El caos es estable y, al mismo tiempo, cambiante. La teoría del caos (aquella que afirma que el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede provocar una tormenta en Nueva York) se convierte en una metáfora cultural que inspira a cuestionar creencias e incita a formular nuevas preguntas sobre la realidad que nos envuelve. Aunque exista una obsesión en el mundo por el poder, y éste se divida en controladores y controlados; la idea de control en realidad no es más que una mera ilusión. Pero, a través del caos, un pequeño grupo o un individuo puede influir sutilmente a nivel mundial. El paradigma hipertextual se puede entender a través de la teoría del caos. En la sociedad del conocimiento prima la información digital. Un sistema inscrito en un contexto caracterizado por la globalización, la complejidad, la incertidumbre y la integración de lenguajes y medios. Internet y las TIC han sido llamadas la “aldea global”, la “sociedad red”, incluso comparadas con el mismísimo aleph de Borges o con la Biblioteca de Babel; pese a sus detractores, tal y como Gonçal Mayos afirma en el libro, La sociedad de la ignorancia: «Vivir fuera de la sociedad del conocimiento tal vez sea tan duro y, a la larga, tan imposible, como lo fue vivir fuera de las sociedades que se basaban en el fuego, la agricultura, la escritura o la industria”. En la sociedad del conocimiento, por paradójico que resulte, una de las consecuencias imprevistas de Internet y las TIC es el riesgo de incultura. La evolución cultural (que incluye la tecnológica) se ha transformado más aceleradamente que la evolución biológica. Zygmunt Bauman afirmó un dato vertiginoso, que de deja sin palabras: los correos electrónicos enviados en todo el mundo durante el año 2006 superaban todas las palabras pronunciadas por el ser humano desde el origen de los tiempos. Ningún individuo puede competir con el ritmo hiperbólico de la producción de información, así que su éxito entraña el destino de condenarlo a la incultura. Ante el panorama de una red sin límites, cabe preguntarse: ¿Está el ser humano preparado para entender lo infinito? Es probable que su naturaleza mortal, limitada y finita obstaculice la comprensión.