En el terreno de las tres uves dobles existe la competencia como en cualquier otro mass media. En la televisión se le llama «audiencia», en Internet se denomina «visibilidad». Ser visible remite a una cuestión de poder. Porque no hay que olvidar que la sociedad actual está envuelta por una obsesión por el poder, y lo que podría ser un espacio para la creación colectiva o un medio que favorece la acción política ciudadana, se convierte, de este modo, en un sistema dominado por los gobiernos y el mercado. Así es difícil garantizar con los medios una democracia de calidad. En palabras del ensayista catalán Gonçal Mayos: La capacidad de comunicación define la condición humana y, por tanto, la evolución humana depende de ella.
Por otro lado, no hay que olvidar que no se asegura la visibilidad a quien tenga algo que decir o un conocimiento valioso que aportar. A la sociedad del conocimiento se llega con un dispositivo electrónico (oredenador, móvil, tableta…) y una conexión a Internet. Orientarse con criterio en un mar de informaciones, que pasa a ser patrimonio de todos, resulta dificultoso, ya que, encontraremos conocimientos comprobados y contrastados e ideas ambiguas, inseguras o cargadas de alguna ideología que alguien pensó una vez y colgó en la red.